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Argentina
Diego García, Estudió batería con Horacio Gianello, Claudio Loza, percusión folklórica con Diego de la Zerda, Interpretación Orquestal con Gerardo Chiarella. Tocó en bandas Under Rock como, De Flow (editando Piedras de Sangre 1996), Rhun, (Subunder 1998 , Morning Marker 2000) con giras por el interior del país, Awamono (EP, The Real World 2002). Experimenta en jazz con diferentes formaciones, Pablo Sanguinetti Trío, editándose (Buscando 2006), Roque Fourcade Quinteto, Pancho Caratino Trío, Santi Villalba Trío, Claudios Ríos Cuarteto, Diego Pérez Trío, Flo Graselli Quinteto.(presentaciones en el Festival de Jazz de Buenos Aires , La Pataia, Punta del Este). Trabajó como sesionista en distintos proyectos musicales ( Iconos Big Band, Fue culpa del amor). Ha formado parte del grupo de la cantautora Flopa Lestani (Emoción Homicida 2008) (Teatro N/D Ateneo , Centro Cultural Rojas) junto a Juan Ravioli, Fernando Kabuzacki, Marcos Roca y Rodrigo Guerra. Se dedica a la enseñanza de la batería en su estudio particular y en el E.I.D.M desde 1998.

miércoles, 14 de julio de 2010

En el planeta Invisible

No se puede callar a lo perfecto, parecían insinuar estos jóvenes militantes de lo erudito. Allá por el año 1974, “El Flaco” Luís Alberto Spinetta, ya experimentado, sostenido e inspirado por la base rítmica que había escoltado a Pappo en Pappo’s Blues, Héctor “Pomo” Lorenzo en los tambores y Carlos Alberto “Machi ” Rufino en el bajo, le daba forma a unos de los tríos de rock argentino mas impactantes del milenio, y editaban a través del sello Sony “Invisible” que con sus apenas 6 tracks dejaba claro que la música puede dejar un lenguaje profundo, abstracto, y eludir con la gambeta del artista a un mercado empachado de lugares comunes, era cuando el rock con técnica, espacio, rebeldía compacta y sutil, contestaba, y lo analógico gobernaba asegurando calidad eterna. En esta Buenos Aires bicentenaria, el disco “Invisible” transformó una ves mas mi tarde. Pienso que este grupo no tuvo reemplazo, rock progresivo, “La daga por la espalda”,” La azafata del tren fantasma”, “Los vasallos vomitan tanta traición”. La batería se suma a las letras lisérgicas, y el bajo da una lección de interpretación, es tanto lo que se dice en términos rítmicos, y tal es el dialogo entre los tres instrumentistas, que te queda una sensación de estar asistiendo a un milagro, un hecho artístico sin igual, una aproximación soberbia hacia la belleza, la química de sus integrantes en su estado máximo. La zapada contemplativa en este disco que tiene 35 años, suena como para dejar dormido al rey y embalsamar a la azafata en su lúcuma, y sugiere que cualquiera que quiera formar un grupo de rock, aportando ideas y no vagas copias preestablecidas, tendría que inmolarse después de escuchar “Invisible” en 1974. Proyecto que solo duro tres discos,”Durazno Sangrando” de 1975 y “En el jardín de los presentes” de 1976, suficientes para marcar las reglas de un arte popular y contracultural como era el rock por aquel entonces. ¿Quienes fueron los que enterraron esta gema? Si el mercado sigue aplacando los gustos musicales de sus súbditos, preocupado por vender y encajar cuanta porquería queda por ahí, el desafío de trastocar la realidad haciendo música quedaría entonces imposibilitado. Aunque estos discos artesanales, sinceros, perdurables, queden en la memoria de aquellos quijotes que nunca se rinden, luchando y luchando contra el dragón vomitando fuego, donde “no habrá flores y vientos que lo hagan gritar”.